Las isoflavonas, sustancias naturales de origen vegetal que se encuentran sobre todo en la soja, restauran los niveles de producción de células deterioradas en el cerebro a causa de la obesidad. Los científicos recomiendan incorporar la soja a una dieta saludable.
Este estudio, realizado por científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), adscritos al Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERon) y de la Universidad de Málaga, está liderado desde el Complejo Hospitalario de Málaga por los doctores Juan Suárez y Fernando Rodríguez Fonseca.
De probarse esta investigación en humanos, ya se ha testado en roedores y los resultados se han publicado en la revista científica Plos One, podría “abrir una vía terapéutica de largo recorrido” beneficiosa para las personas. Las isoflavonas podrían suponer una alternativa real al tratamientos farmacológico en la lucha contra el daño cerebral relacionado con la obesidad, según comunicado del CIBERon.
La obesidad y el cerebro
La obesidad puede causar lesiones en el cerebro al influir en la regeneración neuronal o neurogénesis. Esta investigación demuestra que la administración de isoflavonas restaura los niveles de neurogénesis (nacimiento de neuronas o producción de células del sistema nervioso central) en el hipocampo (área relacionada con la regulación de la memoria, la cognición y el control emocional) que la obesidad había deteriorado.
Es factible pensar que este efecto beneficioso sobre la neurogénesis podría asociarse a la mejora de los deterioros emocionales y cognitivos descritos en pacientes obesos, apuntan los investigadores.
El trabajo fue realizado en roedores a los que se les indujo sobrepeso dietéticamente. Para ello se les administró dos tipos diferentes de dieta: una estándar y otra muy rica en grasas. Tras la inducción de obesidad se trató a los animales con daidezeína (uno de los principales tipos de isoflavona) durante trece días.
Los roedores alimentados con la dieta alta en grasas sufrieron alteraciones del hipocampo y el tratamiento con daidzeína logró la reducción de la apoptosis (muerte celular) y gliosis (proliferación de astrocitos y microglia en regiones lesionadas del sistema nervioso central) en ese área del cerebro, a la vez que aumentó la proliferación de células.
Además, “estos efectos se asociaron a una reducción del aumento de peso, una mejora de la tolerancia a la glucosa, una disminución del colesterol, la insulina y la testosterona y un aumento de los niveles plasmáticos de la leptina (conocida como la hormona de la delgadez, entre cuyas funciones se encuentra la de inhibir el apetito)”, explican los doctores Suárez y Rodríguez de Fonseca en el comunicado.
Isoflavonas, un antioxidante natural
La obesidad es una enfermedad que conlleva una reducción de la esperanza de vida y el aumento de trastornos metabólicos como la hiperinsulinemia, resistencia a la insulina y la diabetes tipo II, además de poder estar relacionada con lesiones cerebrovasculares.
Mientras que su prevalencia no deja de aumentar en el mundo occidental, en los países asiáticos es muy baja, lo que ha centrado el interés en sus dietas, en las que la soja tiene un gran protagonismo.
Así, está probado que las isoflavonas son un potente antioxidante que alivian los síntomas de la menopausia, reducen el riesgo de enfermedades del corazón, mejoran la salud ósea y realizan una acción antitumoral y anticancerígena.
Las isoflavonas pueden encontrarse en muchas comidas, pero la fuente más abundante es el frijol de soja. Se trata de una planta cultivada para consumo cuyos beneficios para la salud son notables. Otra fuente de isoflavonas es el trébol rojo, aunque, a diferencia de los frijoles de la soja, éste no se consume normalmente pero sí se utiliza en ciertos suplementos alimenticios.
La soja y sus derivados son pues los alimentos con mayor proporción de isoflavonas: haba de soja, harina de soja, proteína de soja o leche de soja. Las legumbres (lentejas, guisantes, judías blancas o garbanzos), aunque en mucha menos cantidad que la soja, también contienen isoflavonas.
Desde el CIBERon se insiste en destacar la importancia del binomio alimento-medicamento en la prevención y tratamiento de enfermedades relacionadas con la obesidad, propias de las sociedades avanzadas. Un estilo de vida saludable, basado en una alimentación óptima y una actividad física adecuada, es la receta más eficaz para atajar esta epidemia del siglo XXI.
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